En esta semana elegí comentar sobre un artículo periodístico que habla sobre Venezuela, país latinoamericano que pertenece a la familia neo-romanista.
En el artículo se habla de que la oposición está planeando una forma constitucional para revocar o por lo menos reducir el mandato presidencial de Maduro en su país, personaje que cuenta ya con tan solo 20% de popularidad en Venezuela después de la contundente victoria opositora en las elecciones parlamentarias del pasado diciembre.
Las tres formas constitucionales que se mencionan son: enmienda, revocatorio o asamblea constituyente.
Cabe mencionar que la actual Constitución de Venezuela fue aprobada en un referéndum constitucional el 15 de diciembre de 1999 y promulgada cinco días después.
Este artículo me hizo recordar la situación que vivimos aquí en México durante el 2014 y el 2015, años en los que se pedía la renuncia a la presidencia de Enrique Peña Nieto. A pesar de que el artículo 39 de nuestra Constitución señala que: EL PUEBLO TIENE EN TODO TIEMPO EL INALIENABLE DERECHO DE ALTERAR O MODIFICAR LA FORMA DE SU GOBIERNO; aún no existe ninguna vía legal para cesar de su cargo al presidente en caso de que el pueblo así lo desee.
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